Generar contenidos de forma continua para compartir en las redes sociales genera ciertos problemas. Por un lado, el caudal de contenidos que se necesitan para estar siempre activo es muy elevado, lo que implica muchas exigencias en términos tanto de trabajo como creativos. Por otro lado, no siempre los contenidos tienen el efecto que buscamos, lo cual genera cierta frustración. Esperar que algo triunfe y que no lo haga no es la mejor de las sensaciones. Y, finalmente, toda esa actividad hace que se cree una suerte de nevera, de archivo, de contenido que un día se publicó y al que ya nadie está accediendo.

Y ¿no es ese contenido una potencial fuente de material para el reciclaje y para volver a compartir en las redes sociales? ¿No deberían las marcas y empresas aprovechar el trabajo ya hecho y no dejar languidecer lo ya creado en el limbo de lo olvidado?

De entrada, el contenido se puede volver a emplear. No son pocos quienes temen, cuando vuelven a publicar el contenido, que sus seguidores se acaben hartando de ver una y otra vez las mismas historias, repetidas hasta el aburrimiento. Sin embargo, los expertos aseguran que es poco probable que esto ocurra porque es igualmente poco probable que los seguidores hayan visto en origen la actualización de la que se está hablando.

La falta de alcance orgánico, especialmente en redes sociales como Facebook, hace que quien haya visto de entrada el contenido sea muy poca gente, como recuerdan en un análisis de SocialFlow. Si el alcance orgánico está en el 5% de los seguidores, repetir los contenidos tiene un amplio margen para llegar a quienes no los habían visto en un primer momento. Incluso quienes lo han visto lo más probable es que lo hayan ignorado o que no lo hayan procesado. Quienes sienten que han visto dos veces lo mismo serán una minoría.

De hecho, los datos del estudio son bastante claros. El alcance acumulado de los contenidos si se comparten cinco veces aumenta, de media, en un 172%.

A pesar de estos datos, el reciclaje de contenidos no puede hacerse sin criterio y sin orden. Hay que pensar muy bien cómo se hará y cómo se llegará a los consumidores usando el mismo contenido.

La estrategia de reciclaje

De entrada, hay que crear una organización de contenidos. Esto es, hay que crearse calendario y hojas de cálculo en la que se mantenga qué se ha compartido y cuándo para tener bien claro qué hacer y cuándo hacerlo. Al fin y al cabo, si se comparte el mismo contenido en un período muy limitado de tiempo es más probable que quien esté al otro lado, si lo ha visto la primera vez, lo recuerde todavía. Igualmente, hay que tener cierto cuidado con los contenidos de gran éxito para no quemarlos compartiéndolos hasta el aburrimiento.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que las redes sociales son diferentes y que las pautas de reciclaje también deben serlo. Compartir múltiples veces el contenido en Twitter en un período de tiempo más corto es mucho menos arriesgado que hacerlo en Facebook. La vida útil del contenido en Twitter es más corta, así que el potencial para volver a compartir lo ya compartido es mucho mayor.

El tipo de contenidos también permite tomar decisiones ligadas a la reutilización. Por ejemplo, contar con contenidos que están asociados a un día o a una actividad puede convertirse en la excusa para volver a publicarlos y moverlos cuando la actualidad informativa está ligada a ello.

Y, finalmente, hay que estar muy pendientes de la audiencia. Analizar lo que están haciendo los seguidores y los contenidos que ayudan a lograr a tener picos de audiencia y engagement permiten comprender qué es lo que los seguidores quieren y cuándo lo quieren.

Fuente: https://www.puromarketing.com/42/30005/cuando-como-pueden-reciclar-contenidos-redes-sociales.html

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